Aviva Stadium
Dublín, Irlanda
Un nuevo Lansdowne Road con la esencia intacta
Poco se sabe del fútbol de Irlanda más allá de que sus aficionados son unos simpáticos pelirrojos que con su humor y cerveza en mano, una Guinness a poder ser, animan el cotarro en las calles y gradas de cada competición que su selección disputa. Existe la creencia, incluso, de que por tener un gran combinado nacional en rugby éste es el primer deporte en el país del trébol. Nada más lejos de la realidad. En Irlanda el deporte más seguido es el fútbol (para ellos soccer), pero tienen el bendito problema de que allí conviven con una atención casi idéntica cuatro deportes: el fútbol (soccer), el fútbol gaélico (football), el rugby y el hurling. El football viene a ser, grosso modo, una mezcla entre soccer y rugby, y el hurling es lo mismo pero cada jugador lleva un stick que queda a mitad camino entre el de hockey y el de cricket y se juega con una pelota más dura que la de béisbol.
Un popurrí de deportes de lo más entretenido que conviven con el mismo trato, resistiendo a la globalización futbolística que impera en el resto de Europa. Esta es la razón principal de que, en un país con solo 4 millones de habitantes, nunca haya salido una generación de futbolistas lo suficientemente competitiva como para destacar en el panorama futbolístico europeo o mundial pese a haber contado con algunos jugadores de la talla de Roy y Robbie Keane, Damien Duff o John O'Shea.
Pero, como hemos dicho, que el estadio de su selección tenga más de 50 mil espectadores solo se explica sabiendo que el fútbol tiene allí una importancia capital.
El Aviva Stadium abrió sus puertas en 2010, tras una construcción que comenzaba tres años atrás sobre los escombros del mítico Lansdowne Road, el antiguo estadio de las selecciones de fútbol y rugby que albergó sus encuentros durante los anteriores 135 años. La aseguradora británica Aviva le dio su nombre por 40 millones de euros durante los 10 años siguientes al día de su inauguración, pero en Baile Átha Cliath se le conoce coloquialmente como The New Lansdowne Road.
Por dentro, la fisionomía de las gradas es curiosa; posee tres anillos en tres fondos del estadio salvo en el de una de las porterías, que solo cuenta con uno. Esto ocurre porque es el único fondo que está cerca de las viviendas, y para no taparles el poco sol que pueda entrar durante el día, que es muy escaso, se decidió construir un único anillo. El resto del estadio, sin embargo, está rodeado por extensas explanadas que hacen facilísimo el acceso al mismo.

Tiene el museo de las Federaciones de fútbol y rugby en su interior, actividades para los más pequeños, tours completísimos y un sinfín de inputs que justifican su valoración de 5 estrellas por la UEFA. Dos meses después de la final de la Europa League que acogió en 2011, tuvo lugar la Dublin Super Cup, un torneo amistoso que tuve el placer de presenciar en el que participaban el Inter de Sneijder, Eto'o o Zanetti, el Celtic de Glasgow, equipo local por la devoción que en Irlanda se le tiene, la selección de la liga irlandesa y el Manchester City de unos jovencísimos Denis Suárez y Joan Román y su flamante fichaje el Kun Agüero, presentado allí en Dublín.
Esencia pura irlandesa para un estadio que está a la altura de todo.
Kike Cervera (@kikecervera_)