Sergio Ramos

Ser defensa en un deporte como el fútbol, donde los goles acaparan toda la atención del espectador y estos se los reparten en muy mayor medida los hombres de ataque, es una de las funciones más desagradecidas que existen, llegando únicamente a destacar cuando tienen el día y consiguen que cualquier delantero de renombre tenga una noche aciaga. Por eso, cuando uno de estos jugadores es tan y tan reconocido y se habla tanto de él, o es porque cada día consigue dejar a cero a los mejores delanteros a los que se enfrenta -difícil tarea, pues para eso son los mejores- o porque consigue aquello que acapara toda la atención del espectador futbolero medio: los goles.

Sergio Ramos tiene una constante durante las últimas temporadas. Cuando empieza la competición parece que no está en lo que tiene que estar; pierde las marcas, entra a destiempo, comete penaltis innecesarios... Gran parte del sector de la crítica lo sitúa en el centro del huracán en estas ocasiones, máxime después de aquella rocambolesca renovación en 2015 en la que el club blanco cedió a sus pretensiones y pasó a cobrar 10 'kilos' netos por temporada. Pero el camero siempre dice lo mismo: "Que disfruten ahora porque ya callaré bocas". Y así es. Que si la flor por aquí, que si la suerte por allá... ya no cuela.

Desde que se 'enfundara' el bigote del mítico Antonin Panenka en la semifinal de la Euro 2012 frente a Portugal, el capitán del Real Madrid y de la Selección no se ha cansado de resolver a base de goles decisivos los partidos que a su equipo se le han atascado. Dos veces al Barça, una al Bayern, al Sevilla, al Dépor, dos finales de Champions contra el Atlético, el inicio de una remontada incompleta al Borussia... y ayer contra el Nápoles. No ha habido probablemente un jugador no delantero tan decisivo en lo que llevamos de siglo como el canterano sevillista.

Gerard Piqué, Jerôme Boateng, Thiago Silva, Leo Bonucci e incluso Diego Godín, que ha sido varias veces decisivo para su equipo y selección, son defensas de un nivel superlativo que engrandecen al balompié y a la labor que desempeñan en él, pero en materia de fútbol, de jugador de fútbol como tal, ¿qué hay más importante que ser decisivo y determinante para que tu equipo gane casi siempre? ¿qué hay más grande que poseer un gen, o como quieran llamarlo, que te haga estar ahí en cada momento clave de tu equipo, elevarte sobre todos, y marcar gol? Yo diría que absolutamente nada.

Por esta sencilla razón, pese a sus lagunas y defectos -que todo el mundo en su profesión tiene, por otra parte-, Sergio Ramos García es, para mí, el mejor central del mundo

Kike Cervera (@kikecervera_)

Fotos vs. Nápoles: Helios de la Rubia, Arturo Villalba